Partido
aplazado de la primera jornada de la liga provincial de baloncesto, en el que
se daban cita el C.B. Ciudad de Moguer y el Gilper La Palma en la cancha del
primero, el pabellón Platero.
Saltaba
a la pista el equipo moguereño, herido en su orgullo tras la abultada derrota
en casa del C.B. Villalba en un irregular partido de los nuestros amén de un
arbitraje a todas luces casero, a intentar demostrar que aquello no fue más que
pagar la novatada, el resbalón de un equipo reconstruido a última hora tras
unas bajas significativas e inesperadas que aún necesita tiempo para acoplarse
e interiorizar automatismos y jugadas. Pero la empresa no iba a ser nada fácil.
Enfrente, el Gilper La Palma, un equipo que tiene en el grueso de su plantilla
a jugadores con experiencia en nacional y que dispone de más fondo de armario
que el joven club moguereño.
Era,
pues, momento de tener arrestos y dar un paso al frente. Pronto comprendió el
C.B. Ciudad de Moguer que si quería tener alguna opción en el choque no debía
construir la casa por el tejado, sino por los cimientos. Y los cimientos en el
baloncesto se traducen en una defensa férrea, solidaria y atenta.
Así, los
primeros compases del partido fueron un intercambio de golpes del que salimos
airosos, como reflejaba el igualado marcador. Pero para hacer un partido
completo, para acabar la casa, se necesita de un tejado y el equipo moguereño,
a pesar de jugar con más fluidez que otros días, empezó a anotar con
cuentagotas. Eso, unido al cansancio de los nuestros después del derroche
físico en defensa, propició el despegue en el marcador de los palmerinos, que
encestaron dos triples casi consecutivos y varias canastas en transición para
irse con diferencias de +10 al final del segundo cuarto.
Tras
el descanso, el C.B. Ciudad de Moguer pareció recuperar el brío del comienzo
del partido, con defensas y ataques sólidos donde nuestro jugador más
emblemático, Miguel Barragán, se echó el equipo a la espalda y consiguió
canastas de mérito ante pívots con más centímetros que él. Sin embargo, el
equipo no pudo o no supo seguir a su adalid y la remontada siempre se quedaba a
medio camino.
Mientras,
el equipo de La Palma, sin perder en ningún momento el pulso al partido, se
dedicó a sumar bien en contraataque, bien merced a su mayor número de tiros
libres lanzados.
Ya
en el último cuarto, las imprecisiones y las pérdidas de los moguereños se
multiplicaron considerablemente, propiciando que los palmerinos pudieran correr
para incrementar su ventaja. En esas circunstancias, varios tapones
discutiblemente sancionados como falta terminaron de minar la moral de los
nuestros en su intento desesperado por reducir distancias, que vieron como un
choque que en muchos momentos se mantuvo igualado acababa con una excesiva
derrota, con el capicúa 46-64 final.
Por José Antonio Romero Martín
No hay comentarios:
Publicar un comentario