lunes, 28 de mayo de 2012

JORNADA 7: C.B. SAN JUAN 77-52 C.B. CIUDAD DE MOGUER


 
La séptima jornada del campeonato liguero trajo consigo el primer derbi del año, en el que se daban cita en el magnífico pabellón sanjuanero el equipo local, el C.B. San Juan, con los amarillos-ese día blancos-del C.B. Ciudad de Moguer.

Primer enfrentamiento pues, de máxima rivalidad y exigencia, donde las victorias saben más dulces y las derrotas son más difíciles de digerir. Llegaban ambos equipos con trayectorias similares en la competición y con caras conocidas en los anfitriones, Moro y Argenis, dos ex jugadores del plantel moguereño.

Saltaron los visitantes muy enchufados a la cancha, con un Miguel Barragán sabedor de su superioridad física en la pintura y suyos fueron los primeros puntos de los moguereños, que se manejaron con mucha soltura en estos primeros compases. 

Al dominio incontestable bajo tableros de nuestro capitán empezó a contrarrestarle a base de puntos un respondón Moro, que puso a los suyos con +3. Pero si una cosa sabe hacer bien este C.B. Ciudad de Moguer es correr y cuando tuvo la posibilidad, imprimió al choque una velocidad endiablada. De ello se aprovecharon especialmente Antonio Prieto y Carmelo Rivas, con 4 y 5 puntos respectivamente, dejando a los moguereños con cómodas ventajas que no aumentaron por culpa del nefasto porcentaje de tiro libre, un paupérrimo 1/6 para acabar el primer cuarto con 17-21 para los nuestros.

El segundo cuarto comenzó con muchas imprecisiones por parte de los dos equipos, que parecían acusar el nerviosismo propio de un partido de esta índole. Cuando volvieron a tomar el pulso al choque, éste se igualó aún más gracias al mayor acierto del C.B. San Juan en este intervalo. Ello, unido a numerosas pérdidas incomprensibles de los visitantes, propició el despegue en el marcador de los sanjuaneros, que endosaron un parcial de 8-2. Antes de llegar al descanso, Carmelo con un triple y Nico de dos acudieron al rescate (33-31).

En la reanudación, el partido se volvió más físico y surgió un protagonista inesperado, el árbitro de la contienda, que empezó a desquiciar a los visitantes con sus discutibles decisiones y su descarado doble rasero. 

Con esa política de “vale todo en la zona local, todo es sancionable en la pintura visitante”, el C.B. Ciudad de Moguer se descentró por completo y dijo prácticamente adiós a sus aspiraciones de victoria tras escaparse el quinteto de San Juan de veinte puntos. Sin embargo, el equipo se resistió a tirar la toalla: Miguel anotó 4 puntos casi consecutivos y Juan encestó de dos tras realizar un escorzo y recibir una falta no sancionada. Acto seguido, las quejas del propio Juan tras la permisividad arbitral para con los de San Juan le reportaron una técnica que acabó por dilapidar las ilusiones de los moguereños. 

Poco tiempo después, continuaron las malas noticias para el C.B. Ciudad de Moguer, que perdió a Juan Diego por lesión y que vio cómo el colegiado seguía haciendo sangre y castigándole sin piedad. El esperpento continuó y arrojó otra víctima del lado visitante: su entrenador, Guillermo Sierra, indignado por el arbitraje escandalosamente casero del cuadro arbitral, recibió una técnica y fue expulsado del partido que, al término del tercer cuarto, el C.B. San Juan comandaba por un claro 59-39.

Con todo el viento a su favor y tras el caos provocado por las decisiones de los hombres de negro, los anfitriones se limitaron a buscar a su hombre más inspirado, Moro, que siguió engordando su cuenta anotadora y ampliando así la ventaja sobre los de Moguer. La hemorragia continuó y se agravó con una falta intencionada señalada a Lolo, pívot visitante, que vino a ser el punto y final de un derbi que aspiraba a ser un encuentro deportivo de poder a poder y que acabó siendo un espectáculo grotesco.


 Por José Antonio Romero Martín

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